Regularmente vamos a San José a hacer mandados y visitar a nuestra familia. Entre las carreras, siempre hay tiempo para la parada obligatoria.
Como les he contado, vivimos en la montaña; y yo podría pensar que a mis hijos nos les hace falta salir y jugar al aire libre, que tienen suficiente con lo que nos rodea a diario. Pero es que no es un tema de cuánto es suficiente estar al aire libre.
Fuimos creados del polvo, somos en naturaleza mamíferos, nacimos para caminar, correr, brincar, bailar, para nadar y para jugar.
Creo que la mayoría estaríamos de acuerdo que un pájaro no nació para vivir en una jaula. Está seguro en una rama alta, bajo la sombra de un hermoso árbol y calientito en su nido. Al amanecer; volando busca su comida, se baña en un río o un charquito; al atardecer en busca de su nido regresa a casa. Nunca va ser suficiente salir de casa. Nunca va ser suficiente volar.
Entonces, porque no es suficiente con vivir en una montaña; cuando estamos en la ciudad, la parada oficial es caminar al parque, jugar en el play y dar una vuelta.
Y es que el parque es un lugar especial y el play uno mágico. Es el escenario de incontables lugares. Un día es un barco en alta mar, otro un bus en la ciudad. Un día puede ser un circo y otro un bosque con un castillo. El pasamanos son lianas en una jungla y el tobogán el escape final.
Parece complicado en estos días, pero no hay excusa, lo necesitan ellos y lo necesitamos nosotros. Nada cuesta llevar el alcohol para después de jugar y la mascarilla para cuidar.

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